A los amigos de la Asociación: Amigos de la misión Franciscana del Ucayali. Con el espíritu de san Francisco los saludo deseando la paz y el bien, y con el deseo de dar a conocer nuestra labor solidaria como grupo samaritano de la Parroquia San Francisco de Asís de Contamana y, a la vez agradecer por su voluntad cristiana, desmedida y desinteresada de ayudar en nuestra causa de servir a los que más nos necesitan.
Soy Darwin Clark Cárdenas Ruiz, tengo 31 años de edad. En el grupo Samaritano llevo ya 6 años desde el 2014 hasta ahora 2019.
Soy contamanino de nacimiento y podría decir que mi pertenencia al grupo Samaritano y a la parroquia misma tiene mucho que ver con la cercanía y el contacto que tuve con la vida de los misioneros franciscanos desde que era un adolescente, a los 11 años aproximadamente, aunque en el grupo estoy desde el año 2014 hasta ahora, como ya lo dije. Mi vida ligada a la parroquia inicio cuando mi madre, que participaba mucho en la misa y otras actividades, me llevó un día y me integré al coro, el hermano Faustino Zapico estaba de párroco, su vida era tan sencilla y servicial que motivaba acercarse y colaborar, años más tarde llegó el hermano Antonio Soriano, siendo aún diácono que luego aquí en Contamana recibió la Ordenación sacerdotal; estos dos hermanos, porque no decirlo, tuvieron mucho que ver en las decisiones y en los caminos que empezaría a recorrer en mi vida.
Lo que puedo recordar es la acción solidaria del hermano Zapico, que todos los días recorría las accidentadas calles del pueblo para acoger en su camioneta a los niños especiales, una pequeña población con diferentes discapacidades que nadie prestaba atención, que no eran tenidos en cuenta, que no recibían ni qué tipo de ayuda y que, por el contrario, no eran incluidos de ninguna manera; pero ahí estaba él, que con mucha dedicación y gestionando de muchas maneras los acogía, atendía y alimentaba.
Empecé a ver algo diferente, dar sin esperar nada a cambio, una realidad que aquí en nuestra tierra aún queda mucho por trabajar. Luego, al concluir la secundaria y habiendo pertenecido a un pequeño grupo vocacional con el hermano Antonio Soriano, recibí la invitación del Convento de los descalzos en Lima, capital de nuestro país, fui hasta allí, me invitaron a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores, había conocido la vida de Francisco, el hombre pobre de Asís, que me revelaba la dicha y la inmensa alegría que se siente al vivir como manda el evangelio. Fui parte de esta Orden, aunque por circunstancias de la vida, luego dejé; sin embargo, estar allí fue quizá la mejor experiencia de mi vida y en todo ese tiempo despertó en mí aquella actitud que desde muy joven vi y escuche de los misioneros, las ganas de servir a los demás.
Cuando aún vivía en Lima, el año 2009, fallece el hermano Zapico, a la parroquia llegó entonces el hermano José Luis, quien en sus enseñanzas con la palabra y acción reflejaba más aún el verdadero significado de la palabra servicio, el amor a los demás que se reflejaba en las obras solidarias; aún estaba fuera de mi tierra Contamana cuando se creó el grupo Samaritano, pero me mantenía muy al tanto de lo que ocurría.
En el año 2011 se vino la gran inundación, que fue el empujón de Dios para que los corazones solidarios de la parroquia con la guía de su párroco empezarán a ir en auxilio de aquellos que sufrían los desastres de la naturaleza, así se creó el grupo de voluntarios samaritanos. Estoy seguro que muchas personas recuperaron la esperanza, sintieron la mano de Dios en esta ayuda desinteresada que llegaba. Desde allí el grupo empezó a realizar diversas acciones en favor de los más necesitados. Regresé a Contamana en el año 2014, luego de terminar los estudios de Teología. Me entusiasmé tanto al saber que existía un grupo que evidenciaba la solidaridad que Jesús tanto enseña en el evangelio y que pide que la vivamos, decidí integrarme aprovechando la invitación del hermano José Luis, empecé como un miembro más y ahora me han encomendado la responsabilidad de coordinar en el grupo y con la ayuda del hermano vamos caminando para seguir motivando y despertando la vocación de servicio en las personas que quieran dar su tiempo y su vida desinteresadamente.
Todo lo dicho, todas esas experiencias, personas y situaciones han hecho que me acerque al grupo; más aún la sociedad misma en la que vivimos, donde hay muchas necesidades, donde la mayor pobreza es la espiritual como la intelectual y que repercute en lo material, situaciones de vida que resuenan como un llamado, como un grito de Dios para escuchar y acudir al igual que aquel Samaritano de la parábola que se encuentra con aquel hombre que sufre, que no es indiferente, sino que se acerca, lo mira con entrañas de misericordia, cura sus heridas y se preocupa por aquel que está maltratado. Mucho más fortificante es también saber que existen personas que, aun estando lejos de esta realidad, como muchas veces nos lo recuerda el hermano José Luis, no son ricos, pero desde sus posibilidades aportan a nuestra causa, me refiero a los amigos de la misión y a las diversas organizaciones que con su ayuda han devuelto la dignidad a muchas familias, a muchas personas, a niños y jóvenes; no dejo aun de sorprenderme de esta capacidad de desprendimiento de personas hacia otras que, sin conocer envían sus aportes económicos y que nosotros como Samaritanos vamos y hacemos llegar su ayuda; ver la alegría y el agradecimiento en los rostros, que muchas veces por temas culturales y propios de la zona cuesta expresar, es un gran aliciente para sentirse bien con Dios y decir: Señor, gracias por lo que nos das, gracias por estas oportunidades de ver en esos rostros que sufren tu rostro y que nos permite acercarnos más a ti.
¿Qué aporto al grupo Samaritano? Estoy seguro, como precisamente lo decía en una de las reuniones, que todos los que estamos ahí aportamos vida y tiempo, idea que a muchos en nuestra realidad les cuesta trabajo entender, porque, como ya lo dije anteriormente, el concepto de gratuidad y voluntad está recién formándose en muchas personas que son ajenas a nuestra causa y que piensan que todo debe tener un premio o un incentivo, nuestro mayor incentivo es ver a las personas viviendo dignamente. Aunque quizá la pregunta correcta sería ¿qué aporta el grupo y lo que se hace en tu vida? Y esto está muy claro, ganas de vivir el evangelio día a día y que la gente descubra que el Reino de Dios es posible, que el mensaje de Jesús sí encuentra corazones libres, como la semilla que cae en tierra buena y da mucho fruto, las enseñanzas de Jesús nos llega lo acogemos y sin pensarlo damos de nosotros mismos para que el Reino de Dios pueda sentirse ya y ahora. Aunque hay muchas cosas que podríamos aún hacer, se han dignificado muchas vidas ya, pero hay poblaciones que también necesitan ayuda, como alguna vez lo hemos conversado en el grupo, ancianos abandonados para quienes una casa hogar sería muy provechosa, o también niños que a pesar de tener padres y ser partes de un estado viven abandonados por los mismos y que necesitan una formación o educación más integra y dedicada, que forme futuros ciudadanos cristianos que vean que en la vida el servir a los demás es mucho más gratificante que servirse de los demás, confío que con la gracia de Dios seguiremos adelante y estos proyectos y los que ya se llevan a cabo se seguirán realizando, gracias a todos los que ponen su granito de arena. Por ellos, los colaboradores, quienes son una columna muy importante en nuestra labor, pido constantemente que Dios les conceda la salud y fortalezca ese corazón bondadoso, de tal manera que no dejen de ayudar y, a la vez, nos sigan ayudando a vivir más íntegramente el evangelio que no es otra cosa que servir y amar a los demás como Él nos amó.
Somos pocos. Pero como siempre lo dice una de nuestras integrantes: “Comando nunca muere”, lo cual es verdad, somos pocos y oramos para que el Señor envíe más obreros a su mies y de manera más personal, agradezco al Señor por hacerme parte de este proyecto de amor que se refleja en la ayuda a los demás, de este grupo espero que no perdamos este carisma, y que muy al contrario nos acerquemos cada vez más a vivir como Jesús; ya que vivimos en un constante llamado a acercarnos a él y si quisiera algo para todos nosotros es que vivamos más plenamente día a día este acercamiento al samaritano de Samaritanos: Jesús de Nazaret.